Si hacemos un repaso a la historia de la evaluación del género de ficción, en el año 1934 en los Estados Unidos se introdujo un código de ética cinematográfica, el código Hays, creado por la Asociación de Productores Cinematográficos de los Estados Unidos. Era una especie de censura del que no se consideraba moralmente aceptable. Fue escrito por un líder republicano, William H. Hays, y se empezó a aplicar en el 1934. Mostraba una serie de restricciones sobre la exposición de la violencia y clasificaba las películas por edad. Sin embargo, cuando hablaba de moral, esta podía ser muy subjetiva. Según Susan Faludi, la causa de que se introdujera este código fue el comportamiento libre e independiente de Mae West, icono del cine de esta época.[1]
También en España, en los años del franquismo, se crearon unas fichas clasificatorias de censura cinematográfica que se exponían en el vestíbulo de las iglesias católicas para que la gente estuviera informada de lo que debería ver o no en el cine. La calificación era gradual: del 1, al 3, apta para niños, jóvenes y adultos; 3R para adultos con reparos, y 4, catalogada como gravemente peligrosa. Lógicamente, estos sistemas de evaluación eran muy sui generis, ya que implicaban una manipulación ideológica de un grupo social o religioso.
Actualmente, han surgido una serie de tests como el Principio de Pitufina (que denuncia el hecho de que haya un personaje único femenino en medio de una multitud de hombres, como, por ejemplo, en la mayoría de las películas de la factoría StarWars). Otro test es el de la Lampara Sexy, ya muy extremo, (si se sustituye en las mujeres en una película por una lámpara sexy, continúa funcionando la historia?). También hay algunos otros tests que pretenden evidenciar el sesgo en una de las tendencias, ya sea de raza, normatividad sexual, androcentrismo o, incluso, en relación con la brecha de género fuera del relato, como es el test Uphold, que evalúa el porcentaje de trabajadoras que hay detrás de las cámaras en la realización de una película .
De todos ellos, no obstante, el más conocido actualmente es el test Bechdel , también llamado test de Bechdel / Wallace o The Rule . Apareció por primera vez en 1985 en la tira cómica « The Rule », en la que uno de los personajes femeninos dice que ella únicamente acepta mirar una película si cumple con los requisitos siguientes: a) que salgan al menos dos personajes femeninos , b) que interactúen entre ellas y c) que la conversación no tenga que ver con un hombre.
A menudo, los medios de comunicación consideran que si una película pasa el test Bechdel, la película es feminista, relacionándolo con la visibilización de las mujeres desde la perspectiva de género, aunque el hecho de no determinar cual es el estereotipo de los personajes femeninos puede generar mucha confusión, ya que estos personajes pueden ser mas bien inspiradores de una sociedad patriarcal.
Por el contrario, el test Desvinc, que aquí nos ocupa, pretende desvincularse del Patriarcado.
[1] Faludi, Susan. Reacción. La guerra no declarada contra la mujer moderna. Anagrama, 1.993. p. 156